Varados en mitad del océano Pacífico, a 1000 millas náuticas de la tierra más cercana, se encontraba Dava Newman, administradora adjunta de la NASA, y su marido. Habían perdido el control de su velero cuando intentaban dar la vuelta al mundo navegando. Descubrieron una grieta en el sistema hidráulico, que les había dejado sin dirección.

Al igual que sucedió en la misión del Apolo 13, la cual fue abortada tras su famoso «Houston, tenemos un problema», pero que gracias a los conocimientos y creatividad de los ingenieros que innovaron un retorno a la Tierra utilizando solo los materiales a bordo de la cápsula espacial, incluyendo Aceite de Oliva Virgen Extra; Dava recordó que “tienes que ser creativo en momentos de crisis”.

Newman había comprado cuatro litros de aceite de oliva virgen extra en Panamá. Como ingeniera, sabía que el aceite de oliva tenía la misma viscosidad que el fluido hidráulico. Así que llenaron el sistema con aceite de oliva, sujetaron la manguera, armaron una especie de sistema IV para capturar y reciclar el aceite que aún goteaba y navegaron durante más de una semana para llegar a las Islas Marquesas.

En ambos casos, el AOVE salvó las misiones, devolviendo a la Tierra a los tripulantes sanos y salvos, alcanzando el éxito en todo caso.

Esa lección sobre cómo sobrevivir a un entorno hostil le ha servido a Newman en su liderazgo de la NASA y continuar con su principal objetivo: poner a las personas en Marte en la década de 2030, donde seguro que no faltará AOVE en toda misión espacial.