El desierto del Néguev está situado al sur de Israel, su forma se asemeja a la de un triángulo invertido, cuyo vértice descansa sobre la costa del Mar Rojo y en él se encuentra la mayor estructura cratérica no meteórica de la Tierra.

Siendo un desierto, se considera inhóspito, ya que las precipitaciones son escasas y las temperaturas llegan a sobrepasar los 50ºC, motivo por el cual muchas civilizaciones no han considerado viable explorar este territorio.

Pese a esta inhospitalidad, existen evidencias de ocupación de este desierto durante el periodo Nabateo (Siglo III al I a. C.). Los Nabateos se aposentaban en las zonas cercanas a las rutas comerciales de la época procedentes de la India, Arabia y el Mar Muerto, prueba de ello es la antigua ciudad de Shivta, donde terminaba la ruta de las especias y que más tarde fue conquistada por los romanos y posteriormente los bizantinos crearon todo su esplendor, ya que desarrollaron sofisticados sistemas de almacenamiento y distribución del agua mediante la construcción de canales y presas, aprovechando la empinada escorrentía por las colinas pedregosas y terrazas que favoreció el desarrollo de la agricultura, considerándose a Shivta como una colonia de agricultores que consiguió florecer en el corazón del árido desierto de Néguev.

Prueba y testigo de ello, son algunos cientos de olivos, que todavía hoy sobreviven en torno a los restos de esta árida ciudad, aferrándose al vivo testimonio del esplendor que vivieron hace ya miles de años, siendo un remanente cultural de la agricultura antigua. Muchos de estos olivos, abandonados desde hace siglos, sobreviven, aún, cuando sus ramas y hojas se marchitan por enfrentarse a las condiciones insólitas que allí padecen.

Gracias a un grupo de arqueólogos, científicos e investigadores de la Universidad de Tel Aviv, han iniciado un plan de rescate para conseguir que estos olivos, legado de civilizaciones, sobrevivan donde hace miles de años florecieron, para ello, restauraran los antiguos canales y sistemas de riego utilizados en la época bizantina, que unidos al amor con el que nace este proyecto salvarán estos antiguos olivos capaces de soportar el cambio climático, por su adaptación natural a los climas extemadamente áridos.