Isla Mauricio está ubicada al sur del continente africano, al este de su isla más grande, Madagascar, lo que la sitúa estratégicamente en la mitad del Océano Indico.

Este pequeño paraíso está rodeado de lagunas, junto con los cristalinos tonos azules del fondo del mar, su interior selvático y la temperatura estival que impera a lo largo de todo el año, la convierte en una de las islas más bellas y acogedoras del continente.

Pese a que la isla fue habitada por primera vez en 1638 cuando fue colonizada por los neerdelandeses, ya era conocida por los árabes y malayos desde el siglo X, los portugueses llegaron en 1505 y los franceses la controlaron desde el siglo XVIII. Esto propició que numerosas especies vegetales se introdujeran y propagaran por la isla proporcionándole una biodiversidad cuanto menos sorprendente.

En el jardín botánico de Pamplemousses crecen plantas tropicales del resto del mundo como la palmera talipot y nenúfares gigantes gracias a Pierre Poivre que las introdujo en 1768.

Su recurso natural se basa en la tierra arable donde se cultiva principalmente caña de azúcar que llegan a ocupar el 70% de la isla y es uno de los principales motores económicos de la isla junto a la pesca.

Pero en esta paradisiaca isla también hay lugar para especies no tan exóticas, pero si de naturaleza viajera que se han propagado por lugares recónditos del planeta y que cautiva a aquellos que lo cultivan, se trata del Olivo, que se abre paso en medio de la inmensidad del Océano Indico, donde el olivo crece junto a los ébanos, eucaliptos y araucarias igualmente introducidos y que se puede vislumbrar en las mas de 400 hectáreas de selva salvaje en la reserva de Bras d’Eau en la costa este de la isla, donde el paso de colonos no ha dejado de lado a este cultivo que florece en los lugares más paradisiacos del planeta.

Una extraña y no común combinación, Ébano, y olivos, ello pone de manifiesto que el olivo, no solo combina y convive con plantas mediterráneas, sino que se extiende, adapta y comporta cualquier ecosistema que se preste, sea cual sea su naturaleza y localización.