El aceite de oliva y las plantaciones de olivos llegaron a Egipto antes que las pirámides.
Según varios estudios, ya está presente en el Antiguo Egipto, que arranca hacia 3100 a. d. C. Además hay evidencias de que existía un olivo sagrado en Heliópolis, en las Dinastías V y VI.
El olivo se puede encontrar en diversos jeroglíficos y en sarcófagos de algunos faraones. La importancia de su fruto es evidente, y su uso como esencias aromáticas y aceites sacros faraónicos, se ha reflejado en su cultura ancestral.
Según los egipcios antiguos, la diosa Isis enseñaba a los hombres a cultivar el olivo. Las ramas de olivo se usaban para adornar y para la creación de coronas, como las encontradas en la tumba de Tutankamon.

