Ya son ocho los estados que se suman a la cultura del olivo, Hawai, Arizona, Georgia, Texas, California, Florida, Louisiana y recientemente descubierto, el estado más septentrional del país norteamericano, Ohio.

Es usual ver olivos diseminados por las medianas de las carreteras y en todas las masas boscosas que rodean carreteras locales y estatales de este estado,  esto se debe a una difusión y propagación natural que ha tenido el cultivo en este estado fruto de la olivicultura emotiva que se ha desarrollado en ciudades a lo largo del Lago Erie, como Cleveland y Youngtown, donde a principios del siglo pasado numerosos italianos se establecieron, tendiendo a formar su propias comunidades donde preferían vivir entre personas que compartían creencias culturales similares y hablaban el mismo idioma estando muy comprometidos a mantener su herencia y creencias tradicionales.

Los italianos, han expandido a lo largo de todo el estado, sus técnicas culinarias de repostería, panadería, gastronomía y elaboración artesanal de helados,  pero no podían obviar, lo que para ellos, es un símbolo de identidad, el cultivo del olivo.

Pese a que Ohio no reúne las condiciones climatológicas adecuadas para el correcto desarrollo del olivo ya que presentan inviernos muy fríos, abundantes precipitaciones y una gran humedad ambiental por su proximidad al lago Erie,  los italianos aposentados en este estado, con cariño, esmero y  dedicación, han logrado cultivar pequeñas explotaciones de olivar,  de las que obtienen pequeñas partidas de AOVE para su consumo particular, que les hace mantener viva la tradición y herencia de sus antepasados mediterráneos, el legado del olivar y el AOVE.

Fruto de la importancia que este cultivo evoca entre los vecinos de Cleveland, son las majestuosas estatuas de los ‘Guardianes del tráfico’ situadas en los extremos del puente Hope Memorial Brigde que cruza el rio Cuyagoha a su paso por Cleveland construido a inicios del siglo pasado. Estas estatuas simbolizan el progeso del transporte y protección. Representan en cierta medida a Hermes, el dios olímpico mensajero de las fronteras y los viajeros que las cruzan, el ingenio y del comercio en general  de la mitología griega, represetado con un casco alado para indicar su velocidad y apoyado sobre una vara de olivo en la que se mantiene, representando el caduceo, un símbolo del comercio que fue regalado por Apolo a Hermes.

Todo ello indica que el olivo, una vez más, forma parte del legado que traspasa fronteras, haciendo de él una olivicultura emotiva, que se disemina por todo el planeta, siendo este cultivo, un símbolo irrefutable  de protección.