En Cantabria, junto a los fastuosos Picos de Europa, se encuentra una pequeña iglesia, Santa María de Lebeña, construida en el año 925 de nuestra era, por Alfonso, Conde de Lebeña.
Junto a la iglesia se plantó un Tejo, cargado de simbología para los lugareños de entonces. Tras ello, la esposa de Alfonso, de nombre Justa, se sentía triste. Según cuentan, a la pregunta de D. Alfonso, dijo: “Añoro, esposo mío, el arrullo del viento entre los olivos”. Si bien, ella provenía del sur de la península. Al escucharlo, el conde mandó traer un ejemplar de tan preciado árbol para su esposa.
Desde hace más de 1.000 años, Olivo y Tejo dan sombra a la pequeña iglesia.
El olivo, por desconocimiento en el cuidado y poda de los lugareños, creció al son del Tejo, erigiéndose sus ramas hacia el cielo, superando con creces a la torre exenta.
Dicen los lugareños que las raíces del tejo y el olivo fueron buscándose hasta entrelazarse, y que se cruzaron por debajode la iglesia. Pareciese, al estar plantados a extremos opuestos de la iglesia, que ambos árboles se buscaran también con la mirada por encima del templo.
En 2007 el tejo fue alcanzado por un rayo y se partió en dos. Una de sus ramas, recuperada in extremis, ha sido replantada en su lugar original en el año 2017. Olivo y Tejo, juntos otra vez.