El conde Drácula, es una de las novelas de terror más reconocida de todos los tiempos, su autor Bram Stoker, se basó en la figura histórica de Vlad Tepes, conocido como Vlad “el Empalador”. Vlad vivió en el S. XV y fue príncipe de Valaquia, lo que hoy junto con Moldavia y Transivania constituyen Rumania. Se interpuso al avance de los otomanos, por lo que se le conoce como un héroe en su tierra e instauró la pena capital de empalamiento.

El termino Drácula significa en rumano Hijo de Drácul, que era como se conocía a su padre, perteneciente a la Orden del Dragón en la que todos sus integrantes llevaban una capa negra.

Con la intención de poseer una morada en lo más alto de un precipicio de roca escarpada, Vlad III El Empalador, restauró, lo que sería su principal baluarte, el Castillo de Poenari, situado en la zona central de Rumanía. El castillo se encuentra en el valle del Rio Arges, que cuenta actualmente con la Presa de Vidraru, la más famosa de la nación, contaba también con una pequeña almazara en los sótanos del cadtillo, colindantes con el espacio destinado a las despensas y muy cerca del área de mazmorras, de las que Vlad tenia una fascinación morbosa desde pequeño.

El castillo estaba rodeado de olivos de la variedad Tafilah y Ajlun, variedades resistentes al frio que se desarrollan en los valles de los montes de las regiones que llevan su nombre.

En el Castillo, utilizaban el aceite de oliva, como sistema de iluminación, unguento, y alimento crudo, es posible que además lo compartiera con el deleite que Drácula, Vlad el empalador, sentía por la sangre humana. También se usaba como elemento de unción en el nombramiento de nobles, como duques, condes, reyes, etc.

Puede que el amor de Vlad hacia el AOVE, además de por sus características organolépticas y sensoriales que apaciguaban la morbosidad del empalador, proceda de la unción de AOVE que recibió cuando fue nombrado príncipe y rey, símbolo de protección y poder que iba a recibir. Además de estos usos, también se utiliza como alimento, para maridar y elaborar platos típicos de la región.

Algunos de estos olivos milenarios que alimentaban y saciaban al conde de Drácula, se pueden apreciar todavía hoy cerca de las ruinas del castillo.