Durante más de nueve milenios, el pistacho fue un legado exclusivo del hemisferio norte. Con raíces en Asia Menor —la actual Turquía—, así como en Irán, Siria, Líbano, el Cáucaso y Afganistán. Su importancia cultural y alimentaria quedó patente, como lo confirma un hallazgo arqueológico en Jerome, noreste de Irak, donde se dató su consumo hacia el 6750 a.C.

Hasta 1982, su cultivo se circunscribía a latitudes comprendidas entre los 25º y 45º del hemisferio norte, en países como Grecia, Turquía, Siria, Afganistán, Pakistán, Irán, Italia y España, donde la cosecha se realizaba principalmente en septiembre.

1982 fue un año decisivo. En ese momento, el CSIRO desarrolló y lanzó la variedad Sirora, apta para condiciones australianas, junto a sus polinizadores, a través de un programa en Merbein. Ese fue el punto de partida del cultivo comercial del pistacho en Australia

Hoy día, se mantiene como la variedad principal del país. El principal eje productivo se extiende a lo largo del valle del río Murray, con más de 300 ha cultivadas. Los rendimientos medios rondan los 3.000 kg/ha, llegando a más de 5.300 kg/ha en años buenos.

En 2024, Australia vivió una cosecha récord, aunque también debió enfrentar desafíos: daños por insectos, casos de aflatoxina, nueces más pequeñas de lo habitual, todo ello gestionado con éxito gracias a la capacidad operativa de las plantas de descascarado.

Además, aunque tradicionalmente el país dependía de las importaciones del hemisferio norte, la creciente conciencia sobre los beneficios nutricionales del pistacho ha impulsado la demanda local, generando presión para que los productores australianos amplíen su oferta.

En Sudáfrica, la introducción del pistacho fue gradual, iniciada en los años 90, con visión de desarrollo rural y náutica industrial. Se proyectaron hasta 1.000 ha de plantaciones, gestionadas por productores locales, junto a una planta de procesamiento valorada en 15 millones de rands.

Aunque todavía incipiente, el área total cultivada creció un 7 % hasta alcanzar 160 ha en 2020, concentradas principalmente en la región de Prieska, en la provincia del Cabo Norte. La cosecha se realiza entre marzo y abril, con variedades como Aryeh, Shufrah y Sirora.

En 2022 se consolidaron los primeros huertos a gran escala, y para 2024 ya sumaban más de 135 ha, con la ambición de alcanzar cerca de 1.000 ha en 2030. No obstante, el país aún importa el 90 % de lo que consume, proveniente principalmente de Irán y EE.UU. El desarrollo del sector ofrece una clara oportunidad para las exportaciones y la diversificación agrícola.

Lejos en el tiempo, pero con igual trascendencia, Argentina está viviendo un renacimiento del pistacho. En los últimos cinco años, el cultivo creció más de un 500 %, concentrándose en la zona núcleo (sur de San Juan y norte de Mendoza). Según el Censo Nacional Agropecuario de 2018:

  • San Juan domina con 6.500 ha (90 % del total nacional)
  • Mendoza sigue con 770 ha
  • Más rezagadas están La Rioja (100 ha) y La Pampa (55 ha)

Chile, por su parte, cuenta con cerca de 100 ha experimentales destinadas mayormente a ensayo.

Actualmente, el pistacho se cultiva en unos 18 países, cubriendo más de 600.000 ha globales. En 2022, la superficie cosechada global alcanzó unos 1.217.974 ha, con una producción de más de 1.026.803 toneladas. El contexto global favorece su expansión, sobre todo ante la demanda sostenida de este fruto, posicionado como un “superalimento”.

En cuanto al retorno económico, los huertos tardan unos 3–4 años en comenzar a producir, pero tras esa curva inicial, los ingresos son interesantes: a los 10 años, se pueden alcanzar beneficios anuales de alrededor de 32.000 euros por hectárea, con una inversión inicial de unos 73.000 euros por hectárea.

Lo que comenzó como un cultivo ancestral del hemisferio norte ha transitado hacia una pujante expansión en el sur global. Australia es pionera y ya consolida producción propia; Sudáfrica acelera con ambicioso plan de crecimiento; Argentina explota su potencial con un crecimiento vertiginoso; Chile experimenta; mientras que globalmente, el pistacho responde a una creciente demanda y muestra elevados retornos para quienes inviertan a largo plazo.