La gran importancia del aceite de oliva en España es casi inconmensurable, ya que ha sido una parte fundamental de la cultura y de la economía española durante milenios. Esto es especialmente relevante en el sur de España, ya que esta zona, es y ha sido la mayor productora de aceite de oliva del planeta.

Este gran legado se puede atribuir principalmente al Imperio Romano. Pese a que ya se cultivaba el olivo en Hispania antes de la conquista romana, fue a partir de entonces cuando se produjo una revolución agrícola a gran escala.

Cualquiera que hubiera vivido en Hispania, especialmente en Hispania Baetica (actualmente Andalucía), hubiera visto la transformación que acontenció el campo en esa época. El Imperio Romano comercializaba con aceite de oliva, y Roma hizo una gran inversión en la Baetica para satisfacer la demanda del oro líquido de la que dependía el resto del imperio.

Para conocer cuánto se produjo en España, se dice que cerca de 7 millones de litros se enviaban a Roma cada año. Esto convirtió a España en el centro de distribución de aceite de oliva para todo el imperio, tal y como sigue siéndolo hoy. Este cultivo  generó mucha riqueza ya que se crearon infinidad de  empleos, desde los agricultores, recolectores, prensadores, los que los transportaban y distribuían el aceite y los artesanos encargados de construir  las ánforas donde se almacena el aceite.

Como España era una economía basada en el aceite de oliva, necesitaba una infraestructura logística, con almacenes, plantas envasadoras y puertos. Uno de los principales centros de transporte y puerto que se podía encontrar en ese momento estaba en Hispalis, lo que actualmente conocemos como Sevilla.

Existe un pequeño indicio de este importante centro logístico de aceite de oliva en un lugar muy turístico y popular, probablemente de difícil visualización. En la esquina de la catedral de Sevilla, La Giralda, que es una torre morisca construida siglos después de los romanos, se puede encontrar una placa dedicatoria para un oficial romano llamado Sexto Lulius Possessor. La placa cuenta la historia de la carrera de Possessor y cómo comenzó como un agente del imperio con sede en Roma que se aseguró de que todo el aceite de oliva de España y el norte de África llegara a Roma a salvo y en perfectas condiciones. Después de esta temporada, Possessor fue enviado a la Baética, donde comenzó el trabajo de procuratoró supervisor en las orillas del río Baetis, que ahora se conoce como el río Guadalquivir. Su trabajo consistía en asegurar y certificar que todo funcionara correctamente respecto al comercio del aceite de oliva lo largo del río Baetis.

Por ello,  la próxima vez que visitéis Sevilla si caminas junto a la Giralda, podrás ver la piedra angular en la que se muestra el legado de aceite de oliva heredado de los romanos, un legado que aún se conserva hoy. Será un bonito recuerdo, ya que aunque estemos tan avanzados tecnológicamente y desconectados del pasado, nuestros mundos y nuestras economías aún tienen algunas muchas cosas en común.