Arquímedes, el gran científico, matemático e ingeniero de la antigüedad, considerado como ‘el maestro’ y ‘el sabio’, que se le conoce por sus grandes descubrimientos tales como el Tornillo que lleva su nombre, y el Rayo de la Muerte, un método de defensa naval, en el que la luz solar se proyecta con gran intensidad a través de espejos capaz de provocar un incendio en el barco enemigo. Este invento, ayudó en gran medida al barco, que este maestro diseñó íntegramente en el 240 a.C.

Se trata del Siracusa, un barco velero de lujo mandado construir por el gobernador de Siracusa, Hieron II, con el fin de surcar la alta mar y explorar nuevas rutas de navegación. El barco tendría que estar preparado para albergar a cientos de pasajeros, soportar una gran carga de víveres y enseres necesarios para la travesía y que fuese capaz de defenderse ante el ataque de piratas que acechaban en esos tiempos a todo tipo de embarcaciones. Para ello contaba con dos grandes catapultas mejoradas y la garra de Arquímedes.

Fue así, como Arquímedes trabajó sin descanso hasta diseñar este barco de 110 metros de longitud y 24 metros de anchura, capaz de transportar a 1.943 pasajeros, 600 remeros y 400 soldados (frente al Titanic 2.787 pasajeros y 269 metros de longitud, solo que más de 21 siglos anrtes) Jardines, biblioteca, piscina de agua caliente y piscina de agua salada donde se criaban los peces que servirían de menú, gimnasio y una decoración formada por columnas de mármol, grandes mosaicos, estatuas y elementos decorativos de marfil se dejaban ver por todas las partes del barco, evocando lo que sin duda fue una obra imperial.

El navío contaba con 142 camarotes de lujo, cuadras para 20 caballos, y una bodega que podía albergar en torno a las 2.000 toneladas de carga. En esta bodega, además del tanque destinado a agua potable de unas 80 toneladas de capacidad, había un tanque de 6 toneladas de AOVE, que estratégicamente Arquímedes colocó en el mejor sitio de la bodega para preservarlo de cualquier inclemencia, ya que este depósito, albergaría uno de los bienes mas preciados por el maestro Arquímedes, AOVE. Se transportaba para acompañar guisos y platos maridados con este manjar acompañando a la lujosa gastronomía que se servía en el barco y como símbolo de ofrenda, a los altos cargos mandatarios del puerto donde atracaría, Alejandría.