La tierra tiene un total de superficie de 510 millones de kilómetros cuadrados, de la misma, el 71 por ciento es agua, y el restante 29 por ciento es tierra, es decir, la tierra cultivable en el planeta tiene una superficie máxima de 148 millones de kilómetros cuadrados, o dicho de otro modo, el máximo potencial agronómico de la tierra en superficie son esos 15 mil millones de hectáreas, de estas, 11 mil millones de hectáreas, ya están siendo usadas como tierra cultivada, o expresado de otro modo, las tres cuartas partes de la tierra cultivable, ya es tierra cultivada, de la cuales el 20 por ciento es de regadío, y el restante 80 por ciento resulta ser de secano, todo ello debido a que el agua potable accesible solo supone el 3 por ciento del total de agua contenida en el planeta, y de esta, más del 70 por ciento se usa en agricultura.

Por lo tanto, la tierra es un bien escaso, y valioso, sobre todo si esta posee disponibilidad de agua útil, no en vano, y en términos genéricos y anecdóticos, el astrofísico Greg Laughlin, de la Universidad de California, estableció que el valor total del planeta tierra, es de 5 cuatrillones de euros.

No obstante, y entrando más en el detalle, la tierra cultivable en el planeta no supone ni tan siquiera el 4 por ciento del total de la superficie plena, mientras que tan solo, aun sin ser explotada queda menos del 0,8 por ciento del total de esos 510 millones de kilómetros cuadrados, una superficie algo mayor que la India.

En el planeta ya residen más de 8.000 mil millones de personas, de las cuales el 40 por ciento dispone de limitaciones en el acceso al agua, y 900 millones carecen de la misma. Además, algo más de esa cantidad de personas pasan en la actualidad desnutrición crónica.

Todo ello, unido a que el 99,7 por ciento de las calorías ingeridas por los habitantes de la tierra, proceden de la agricultura y la ganadería, ha hecho, que la demanda de tierra para el cultivo agrícola en el mundo se haya disparado. Esto se ha puesto de manifiesto en la constante adquisición de explotaciones por parte de empresarios procedentes de otros sectores, como es el caso de Bill Gate, quien atesora más de 1 millón de hectáreas de tierra cultivable en 19 estados, John Malone presidente de Liberty, ostenta 900 mil hectáreas o Ted Turner, fundador de la CNN, 600 mil hectáreas. Dicha fuerte demanda por la tierra explica también que en la actualidad haya en La Península Ibérica más de 900 fondos de inversión atesoran tierra por valor de más de 100 mil millones de euros, sin incluir las families office y agricultores tradicionales.

Pero ¿por qué España y Portugal son objeto de esta demanda de tierra?

En primer lugar, una de las razones son la estabilidad social, económica y política que existe en España y Portugal; y otro de los motivos es estar cerca o inmerso en los habitúelas mercados de influencia. Especialmente nos referimos a Europa y Asia, continentes que demandan algo más del 70 por ciento de alimentos del planeta.

Un factor que no debemos de olvidar es el precio de la tierra en La Península Ibérica. Por ejemplo, en Estados Unidos, tomando California como estado parecido a la idiosincrasia de La Península, el valor medio de la tierra por hectárea oscila de entre 50 y 60 mil euros de regadío y entre 26 y 35 mil euros de secano. Si nos referimos a Europa, en Países Bajos se llegan a pagar hasta 85 mil euros por hectárea de regadío y calidad. Ejemplo parecido a lo que sucede en Italia que se tocan los  65 mil euros, o Francia que en casos excepcionales se han llegado a pagar hasta 1 millón de euros por una hectarea de viñedo en la  la región de Champaña, aunque lo habitual es unos 55 mil euros en las explotaciones de elevada calidad; Irlanda y Luxemburgo igualmente asumen tendencias similares, 60 y 55 mil euros respectivamente.

En otro orden de cosas España y Portugal, por la idiosincrasia de su localización, riqueza de territorios y diversas naturalezas climatológicas, atesoran toda una riqueza en modos, formas de cultivo, especies y variedades (olivar, almendro, pistacho, avellano, aguacate, frutos rojos, nogal, cítricos, viñedo, hortalizas bajo plástico y a la intemperie, etc.), tanto en secano como en regadío, todo ello lo hacen un ámbito geográfico demandado y deseado.

En definitiva, aunque en España y Portugal, dependiendo de determinados cultivos, y de forma excepcional, se hayan pagado más de 500 mil euros por una hectárea de cultivo bajo plástico, 140 mil euros por la misma superficie de aguacate o 95 mil euros por una hectárea de viñedo; el precio habitual de la hectáreas en el caso de regadío sería de entre 35 mil y 50 mil euros, y el secano de entre 19 mil y 25 mil euros. Valores mucho más bajos que los analizados para otras naciones, con lo cual el valor patrón aun es seguro, y además en el ámbito de la rentabilidad, dependiendo del cultivo, todavía es posible conseguir rentas netas porcentuales de dos dígitos.

Por lo tanto, la demanda de la tierra en La Península Ibérica ni se encuentra sumido en una burbuja, y lo que es más, ostenta un gran recorrido de crecimiento teniendo en cuenta las tendencias actualmente dadas en otros países, y la situación estructural de la alimentación y la población en el planeta.

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