El cementerio más antiguo del estado Meridional de Australia, no es ajeno a la innovación. Gracias a sus esfuerzos y su compromiso con la mejora continua, se ha convertido en un imán para los visitantes, los cuales buscan un lugar tranquilo, con patrimonio escultural y donde distraerse con las diferentes actividades organizadas, como: senderismo, conciertos de Jazz, e incluso carreras de bicicletas.

En dicho cementerio, junto a las tumbas, conviven olivos centenarios de cuyas aceitunas se extrae en frío un excelente aceite de oliva virgen extra, el cual es envasado en botellas de edición limitada de 250 ml, que a un precio de 7,8 AU$, se venden a los numerosos visitantes. Y hay que reconocer que debido a la alta demanda, no duran mucho.

Esta iniciativa, según el personal directivo del cementerio, surgió por los problemas que tenían para “vender la muerte”. Así que decidieron innovar, ya que es más fácil vender “la vida”. De esta forma, el AOVE que producen y comercializan en el cementerio de Adelaida, donde descansan más de un millón de almas, ha abierto a los visitantes la mente, desafiando los tabúes sobre la muerte.

Gracias a estos esfuerzos de las autoridades australianas han conseguido atraer no sólo a los muertos – sino también la vida – a los cementerios históricos.