El empobrecimiento junto con el aumento de la presión demográfica ha llevado a una deforestación casi total del país.

Los olivares de Etiopía contribuyen tanto a combatir la erosión de la tierra como a generar ingresos para los agricultores y las mujeres, la verdadera columna vertebral de la economía etíope, que puede utilizarse para la recolección. Por tanto, el sistema agroforestal de oliva puede ser una alternativa más sostenible.

La Oliva Africana (Olea europea subespecie africana) es un variedad agreste de oliva que es nativa de Etiopia y que se encuentra sobre todo en bosques secos del este africano, pero que también esta difundida hasta el sur de África e incluso en Arabia, India y China.

Crece mejor en los bosques pero es capaz de tolerar sequias y suelos pobres.

Puede llegar a crecer hasta los 15 metros de altura, sus hojas son de color gris verdoso y su tronco suele estar retorcido.

Sus flores son blancas y su fruto es pequeño con poca carne, que madura de color purpura oscuro y que no produce aceite pero que sirve como alimento no solo para personas, sino también para animales como monos, babuinos y pájaros.

Su madera es usada para combustible, postes, muebles e incluso como medicina para tratar de forma efectiva malaria, enfermedad endémica de aquella zona.