El Greco, reconocido pintor renacentista, desarrolló un estilo muy particular en su madurez. Instalado en España desde 1577 hasta su muerte, se centró en grandes pinturas de temas religiosos.

Uno de sus temas más famosos fue “la oración de Jesús en el huerto”. El Greco pintó varias versiones de esta escena a partir de finales de la década de 1580, en dos formatos: apaisado primero, y vertical después de 1600. Dentro de este tipo, se conocen por lo menos seis ejemplos, de los cuales el que se conserva en la iglesia de Santa María de Andújar, en Jaén (óleo sobre tela, 169 x 112 cm), es considerado el de mayor calidad y probablemente el primero de este tipo.

En todas las versiones de este cuadro, el Greco representó varios olivos, a los que siempre consideró que representaban la eterna vitalidad, reflejando diferentes etapas de la vida de este árbol, por un lado, troncos arrugados y poco follaje, indicando la avanzada edad, el ocaso, fiel reflejo de la escena principal que representaba: los últimos momentos de Jesús; y por otro lado, un tronco cortado de olivo del que brota una nueva y joven rama, representando en este caso, el sacrificio de Jesús y su posterior resurrección, representando la vida eterna.

El olivo siempre estuvo presente en la vida de “El Greco”, no en vano, era natural de Creta, donde vivió hasta los 26 años; luego se trasladó a Italia, donde residió 10 años; para viajar e instalarse definitivamente en Toledo hasta su muerte en 1614. Por lo que siempre se mantuvo en tierras de olivos, tercer, segundo y primer productor de aceite de oliva del planeta.