Cuenta la leyenda, que un olivo, el más exuberante de la Toscana, que producía cientos de kilos, fue embrujado, se retorció y dejó de dar aceitunas para dar habas.
Un día, un pobre hombre que estaba a los pies del árbol, bajo las ramas que se doblaban hacia el suelo por el peso de sus maduras olivas, le pidió al dueño del árbol una pequeña cantidad de aceitunas para poder llenar su estomago vacío. El dueño del olivo estaba negociando el inicio de la cosecha, que podría ser a la mañana siguiente, era ambicioso y egoísta, así que de manera ruda mandó alejarse al pobre hombre.
A la mañana siguiente, los hombres y mujeres que venían a recoger la cosecha con sus grandes cestas comenzaron por el gran árbol, pero al verlo se quedaron sin palabras: el árbol que el día anterior crecía fuerte ahora estaba retorcido como por un remordimiento y entre su follaje no estaban los preciosos frutos, sólo algunas vulgares habas.
Una mujer desconcertada corrió a darle la noticia al dueño, pero el dueño incrédulo no le hizo caso. Pero como la mujer insistía, finalmente fue a ver el olivo. Frente a sus ojos el olivo apareció con sus ramas llenas de habas. El hombre salió corriendo y desapareció.
Las brujas tomaron posesión de este extraño árbol, y ciertas noches puedes oír sus siniestros gritos y el sonido de sus danzas alrededor del retorcido tronco. Se dice que el olivo nunca más volvió a tener olivas, sólo habas.
Se le conoce como: «El Olivo de las Brujas«.